Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»).
(Mateo 1:21-23)
En esta hermosa, fría y significativa Nochebuena, nos reuniremos con nuestras familias, amigos y seres queridos y como Hermandad unida por la fe en Jesús, el Hijo de Dios encontramos en el rostro de la imagen de nuestro amado Jesús en su Tercera Caída, un recordatorio tangible de la pasión y el sacrificio que nos redimen, así como la luz que guía nuestro camino en esta vida terrenal.
Hace unos días leía un interesante artículo del director del Archivo General Militar de Segovia, el coronel de Artillería Emilio Montero Herrero en el que invitaba en estos tiempos de reflexión y celebración a cuestionarnos: ¿Dónde está Jesús en nuestra vida? No basta con creer en Dios; nuestra fe debe manifestarse en acciones concretas, en un compromiso real con los principios que Jesús nos enseñó. Somos llamados a ser cristianos de verdad, a vivir nuestra fe en cada paso que damos.
En este contexto, me surge una inquietud profunda: ¿Las generaciones venideras comprenderán verdaderamente el significado de lo que están celebrando en Navidad? ¿Comprenderán que en Nochebuena conmemoramos el nacimiento de un niño extraordinario, el Hijo de Dios, que vino a la tierra para enseñarnos el camino del amor, la paz y la redención?
Esta Navidad, se nos presenta nuevamente la oportunidad de renovar nuestro compromiso con esos principios divinos. La frase «Paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad» resuena en nuestro corazón, recordándonos que somos llamados a ser agentes de paz y amor en un mundo a menudo tumultuoso.
Miremos hacia adelante con gratitud sincera, sin olvidar la pureza de nuestra mirada en la infancia ni las navidades que nos marcaron. Celebremos la vida de Jesús, sus enseñanzas llenas de fuerza y esperanza, y recordemos siempre el sacrificio que hizo por nuestra salvación.
Aunque la vida nos presente dificultades, recordemos que la alegría de la Navidad no se ve eclipsada por las adversidades. La luz de la estrella de Belén sigue brillando, recordándonos que, mientras brille una estrella, habrá Navidad.
En este espíritu navideño, intentemos comprender y respetar a aquellos para quienes la figura de Dios resulta incomprensible. Extendamos la mano con amor y comprensión, recordando que el amor de Dios abarca a todos, incluso a aquellos que no lo comprenden.
En nombre de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída, les deseamos a todos una Navidad llena de bendiciones, paz y amor. Que esta temporada nos llene de esperanza y nos inspire a ser portadores de la luz divina en el mundo.
¡Feliz Navidad!
Mientras brille una estrella, habrá Navidad.
